martes, septiembre 29, 2009

“QUE SI, QUE SI, QUE LA PARRALA TIENE UN AMANTE: Historia, Mito y Copla”.

La postguerra en España y en el aire aquel estribillo, pegadizo y juguetón, que sonaba en todas las radios de los hogares, la letrilla que todo el mundo tarareaba, la música que se silbaba por las calles y los cantos que las niñas entonaban en el juego de la rueda.

“Que sí, que sí, que sí, que sí,
que a La Parrala le gusta el vino.
Que no, que no, que no, que no,
ni el aguardiente ni el marrasquino…”.


Aquella feliz copla no era más que una crónica detallada de la España más negra del siglo XIX. Sus estrofas encerraban la trágica historia de La Parrala, la cantaora flamenca más genial en el cante por siguiriyas, aquella que tenía su persona marcada por la desgracia, por el pecado, por la burla, la pasión, la noche y la sangre de sus amantes. La Parrala de la copla fue una fiera de dos cabezas: la de Trini y la de Dolores; su letra unificaba y mezclaba la historia y leyenda de ambas sin llegar a saber cuánto hay de una y cuánto de la otra.

En 1845 nacía en Moguer (Huelva) Dolores Parrales Moreno, conocida en los escenarios de los cafés-cantantes como “La Parrala”, sobrenombre artístico con el que también sería bautizada su hermana Trinidad, menos conocida, siempre en la sombra y eternamente atacada por “su voz demasiado dura”.

La Parrala fue uno de los nombres más imprescindibles en las noches de cafés-cantantes y colmaos andaluces. Se dijo de ella que era la mejor y más general cantaora de todos los tiempos, despertando la admiración de todo el mundo. Seguidora de Silverio, La Parrala actuó por toda España y también en Paris.

Pero si su arte motivaba ciento de comentarios, su vida despertaba con mayor fuerza las lenguas de doble filo. La duda siempre planeó sobe la vida de La Parrala, una mujer siniestra, llena de incógnitas, de afirmaciones sorprendentes y escabrosas y de enigmas que jamás se llegaron a resolver.

Decían de ella que tenía una belleza capaz de hipnotizar a los hombres, con los que jugaba y dominaba al igual que con su arte. La silueta de su semblante en los oscuros escenarios de los cafés-cantantes, de los colmaos despertaban los deseos de sus admiradores, que agotaban sus fuerzas sin obtener respuesta de ella.

Mucho se hablaba de sus amantes y del desenlace trágico que estos tenían, siempre arrebatados por la locura… un juego de sumisión que la llevó a ser considerada la venganza de las mujeres sufridoras hecha carne…

Los rumores forjaron al personaje, que la muerte convirtió en Mito y de ahí a la leyenda. Una historia que desempolva los ambientes nocturnos envueltos de pasiones, alcohol, flamenco y sangre; el cuento que todo el mundo contaba y que jamás nadie quiso dejar constancia de ello.

La Parrala estuvo casada con el guitarrista Paco el de Lucena, pero la leyenda narraba otra historia distinta, quizás relacionada con su hermana Trini. No se sabe. Esta historia le atribuía el amor de un industrial, un hombre que la seguía en todas su actuaciones y que consiguió despertar el amor de la cantaora, más por su poder que por su persona…

Trini, la Parrala.
La moguereña jugaba con él, como un titiritero con sus marionetas. Siempre estuvo rodeada de hombres y al tiempo echó en falta su vida nocturna y artística de la que andaba retirada. Abandonado ya su esposo, sólo un acontecimiento la frenó y la hizo regresar: el fallecimiento de su suegro y la cuantiosa herencia que el matrimonio recibió. Al poco tiempo su lujosa vida gastó toda aquella riqueza, dejando a su esposo abandonado y sumido en la más absoluta pobreza.

La Parrala volvía a los escenarios, cosechando mayor éxito que nunca y de vuelta con sus amores y amoríos que animaban los intríngulis de la Sevilla de entonces. En la capital andaluza se encontraba tras su huída con su nuevo amante, que también recibió los reveses que una mujer como aquella solo podía dar…

Su final estuvo marcado por las habladurías, por la pena de su historia que según muchos quería olvidar y que la persiguió hasta su lecho de muerte.

No hubo que esperar a su muerte para que esta historia se plasmara, aunque de forma ambigua, en los papeles. En 1904 Guillermo Núñez de Prado escribía en su libro “Cantaores andaluces, historias y tragedias”:

“… entró en la existencia por una senda sembrada de flores, flores que se convirtieron en terribles espinas para cuantos trataron de participar de ellas”. “Hermosa de una hermosura dominadora, atrayente y sugestiva, esta mujer ha jugado a la vida como otros juegan al monte o al bacarrat, se ha burlado de todo, de todo se ha reído, jamás tomó nada en serio, ni el matrimonio; nunca sintió una pasión profunda y duradera por nada, ni por el arte”.

Federico García Lorca atraído por lo que escuchó de su arte y lo legendario y azaroso de su vida, no dudó en dedicarle el poema “Café Cantante”:

“Lámparas de cristal
y espejos verdes.
Sobre el tablado oscuro,
la Parrala sostiene
una conversación
con la muerte.
La llama
no viene
y la vuelve a llamar.
Las gentes
aspiran los sollozos.
Y en los espejos verdes,
largas colas de seda
se mueven”.


A finales de 1939 Rafael de León era ya un exitoso letrista de coplas, su carácter amable le llevó a mantener una estrecha amistad con los componentes del otro trío dedicados a la creación de coplas, en este caso se traba de Xandro Valerio.

Valerio nació en Moguer y por ello la figura y la historia enigmática de La Parrala siempre fueron conocidas. La mención de Lorca, el carácter de la legendaria cantaora (acorde con el prototipo de las mujeres de sus coplas) fascinó a Rafael. Entre Xandro Valerio y Rafael de León escribieron la copla “La Parrala”.

La letra comienza con la duda sobre el origen de La Parrala, ¿de Moguer o de La Palma?. Sobre este detalle nunca existieron lagunas, puesto que todo el mundo sabía la procedencia exacta de la cantaora. Ella misma lo aclaraba en una famosa siguiriya:

“Moguereña soy, señores,
y lo llevo mucho a galaporque en todas la naciones
la Parrala es la que gana”.

La duda de la copla saltó a las páginas de libros sobre flamenco. Lo cierto es que esa entrada quizás fuese una fórmula recurrida por sus autores para enfatizar aún más el carácter enigmático que siempre marcó su vida.

También se hace referencia a la pasión que sentía hacia el vino. Se desconoce este dato, lo único cierto es que algunas versiones de la leyenda aseguran que La Parrala terminó sus días sumida en la tristeza, intentando desesperadamente borrar de su mente todo su oscuro pasado y quizás encontrase en el alcohol el mejor remedio para eso.

La letra fue tomada por el Maestro Quiroga, le puso música y en 1940 la ofrecieron a la que en estos años era su musa: doña Concha Piquer. La copla fue estrenada el 2 de enero de aquel mismo año, en la reaparición de Concha Piquer en el Teatro Calderón de Madrid. Allí actuaba dentro del espectáculo “Gran Compañía de Arte Folklórico Andaluz Escenificado”.

La Parrala, el éxito de doña Concha Piquer.
Aquí la valenciana actuaba junto a grandes nombres como la Malena, la Macarrona, la Niña de los Peines, etc. Ella estrenaba varias canciones “La Petenera”, “No te mires en el río”, “Ojos verdes” y “La Parrala”.

En esta época Concha Piquer estaba marcada por la inseguridad continua que la hacía dudar hasta de pisar el escenario. “La Parrala” no cayó en gracia de Concha, quien la quitó de su repertorio durante algunas semanas. Sin embargo, visto el éxito alcanzado por la canción, que se convirtió en la más popular del espectáculo, tuvo que retomar su interpretación.

Tal éxito llegó a obtener que las crónicas del momento afirmaban: “… al salir del teatro, todos tararean dos estrenos de la noche, que se harían rápidamente populares, la Parrala y la Petenera”.

Desde entonces hasta su retirada la copla acompañó a doña Concha Piquer en todas sus actuaciones, convirtiéndose junto a “Ojos verdes” en su estandarte y seña de identidad. El público de entonces recordaba su imagen, su postura correctísima, ataviada con mantilla mientras entonaba la copla al mismo tiempo que movía su abanico, un movimiento que acentuaba aún más aquel misterio tétrico de la Parrala.

La copla, su ritmo y composición eran idóneos para que doña Concha alardeara del dominio técnico de su voz, jugando con las entonaciones y pronunciaciones. Para la posteridad quedará su forma de decir, pausadamente, “por-tu-cul-pa-ha-sido, Trini, la Parra-la”… Muchos han considerado esta creación como la primera de las coplas. Rafael de León en vida hizo mención alguna vez a esta posibilidad. Resultaría complicadísimo, imposible, encontrar la primera copla; lo único cierto es que “La Parrala” en la voz y en la interpretación de doña Concha abrió un nuevo camino y forjó un estilo que estuvo vigente hasta que la copla murió.

Doña Concha Piquer llegó a grabar un total de tres versiones. La primera de ellas en diciembre de 1940. La segunda fue con motivo de la película “Me case con una estrella” donde cantó acompañada por la orquesta del Maestro Guillermo Cases. La volvió a grabar en 1955. También se conserva grabada su actuación, acompañada por la orquesta del Maestro Posadas, en La Habana durante 1951.

Hasta tal punto fue vinculada la copla con su intérprete que cuando falleció doña Concha Piquer se difundió la noticia de que fue amortajada con el traje mítico con el que interpretaba “La Parrala”. Según testimonio de su hija, ese dato es totalmente incierto. De hecho, podemos disfrutar de aquel maravilloso traje en la Casa-Museo de Concha Piquer (Valencia).

Doña Concha ataviada con el mítico traje de "La Parrala".


Doña Concha Piquer interpreta "La Parrala":

viernes, septiembre 04, 2009

PASTORA IMPERIO: álbum fotográfico.






Boda en Madrid con Rafael Gómez Ortega, El Gallo. Junto a Pastora su madre, La Mejorana.





Sentada a la derecha.


En 1905 retratada por el pintor José Villegas.

1922, retratada por Julio Romero de Torres.
Una costumbre de la prensa de la época: la caricatura.
El Gallo y la Imperio, una pareja muy comentada.















Con Rafael "El Gallo".

No llegaron ni al año de matrimonio, todo un escándalo en la época.










Mostrando el retrato que le hizo Villegas.
Con el poeta D. Rafael de León, letrista de la copla "Pastora Imperio".